Los 'milenials' entienden más de café que sus padres: «En España se toma mucho, pero muy malo»
A pesar de la fama, los españoles consumen una media de 4,5 kilos de café al año, bastante por detrás de otros europeos. Pero, ¿es de buena calidad?
Cada vez que se sirve un café en un establecimiento –que no esté especializado– se obvia la calidad del mismo, su origen, su tostado, su clasificación... La inmensa mayoría de quienes lo piden están más preocupados por otras cuestiones, no menores ciertamente, como la temperatura o la leche con la que lo cortan. Así ha sido históricamente en un país que se considera muy cafetero y que tiene en este producto un hilo conductor de las relaciones sociales y laborales. Pero, en la proposición de tomar un café, también ha de ser importante el propio café que nos tomemos.
Sólo ese término, «de especialidad», suena a chino a la mayoría. «No se ha hecho divulgación sobre el café, el buen café. En España se toma mucho, pero muy malo»
Los mencionados cafés de especialidad, son los más codiciados entre los amantes entendidos de la materia. Representan la máxima calidad de cuantos se importan desde zonas geográficas muy concretas y con una climatología específica. Quienes determinan su clasificación han de otorgarles, al menos, 80 puntos sobre una escala de 100. Sin embargo, esa denominación queda eclipsada erróneamente entre quienes no la conocen por otras como los cafés 'premium', 'gourmet' o 'ecológico' que, a pesar de lo comercial de sus términos, son de una calidad inferior. «El café de especialidad está teniendo un respuesta muy importante en Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia».
Los jóvenes quieren un buen café
«No es un producto de un lujo estratosférico», pero el problema radica en que el consumidor está acostumbrado a pagar «dos euros por 250 gramos en el supermercado». «Un café de especialidad no supera los 10 o 12 euros por 250 gramos. De acuerdo que no todo el mundo se lo puede permitir, pero no es una barbaridad».
El fenómeno del café de especialidad nació en Nueva Zelanda. «De ahí saltó a Australia y EE.UU. De California a Nueva York, luego a Londres, Dublín, Copenhague, Berlín, Barcelona y Madrid». A pesar de ser una tendencia simultánea al 'boom' gastronómico sus caminos aún no han convergido, al menos en España. Quienes viven esta nueva realidad del café son en su mayoría jóvenes. «No es gente con un alto nivel adquisitivo. Son ' milenials' que no entienden tomar un mal café», Tal vez, su economía no les permite tomarse todos los cafés que quisieran, pero solo beben del bueno. «Entre la gente de 40 años para arriba no todo el mundo entiende que te puedas gastar más de 2 euros por un expreso. Hay unos malos hábitos adquiridos en torno al café que no terminan de desarraigarse en España».
Una asignatura pendiente en los restaurantes
Aprender a valorar la calidad de un café –como de cualquier otro producto– no es sencillo cuando no se tienen referencias. El mundo del aceite de oliva o el vino demuestran que la divulgación tiene un efecto importante en el conocimiento del consumidor para aprender a distinguir lo que compra o pide fuera de casa. La asignatura sigue pendiente en la mayoría de los restaurantes. «Al café no se le presta atención. Es un error que se comete por ignorancia. Hay sitios de estrella Michelin en los que por hacer un café de filtro delante del cliente creen que ya se solventa el problema. Pero obvian que lo importante es que el café que pongan en el fitro sea bueno».
«Hay que poner al café en su sitio. En esos restaurantes de estrella Michelin o de gran nivel deberían ser los profesionales del café los que lo hicieran delante del cliente y lo explicaran. Ellos deberían marcar las pautas. Al igual que en el vino hay un sumiller o en la parte dulce un pastelero, en todos ellos debería haber un barista». Aunque hay algunos sitios en los que han valorado que el café no es un tema menor, sí que se cree que es un tema aún «a mitad de camino». «No vale con decirle al cliente: "esto es un Honduras". Hay Honduras, Kenia, Colombia de mucha y de muy poca calidad. Como hay 'riojas' buenos y regulares...».